Esperando a Godot

Desde que tuve ocasión de acercarme al teatro de lo absurdo, (mal así llamado a mi entender), la obra “Esperando a Godot” me ha estado persiguiendo a lo largo de los acontecimientos de mi vida.
He tenido la oportunidad de verlo en teatro, de leerlo, de comprar un ejemplar e incluso de perder ese mismo ejemplar y robar otro, ya que no podía soportar el no verlo en mi estantería y saborear cada letra siempre que se me antojara.
Una vez más, este año Godot se ha cruzado en mi camino, esta vez en italiano y en una clase de estética contemporánea, que muy poco tiene que envidiar a las clases de estética de Nietzsche que daba en mi añorada Universidad Autónoma de Madrid.
Fue en el momento cuando empezamos a recapacitar sobre lo que ocurría en la obra, que un alumno de la clase se aventuró a decir: “No ocurre nada durante los dos actos”, y la profesora ante mi atónita presencia dio una afirmación positiva a lo que todos acabábamos de oír.
Quizá para ellos no ocurra nada, pero para mi Godot es la historia de mi vida llevada a teatro, y eso para mi, no puede categorizarse como “nada”.
¿Quién es Godot? Se preguntarán los pocos lectores que entran en este blog, pues bien ni el mismo Beckett sabía quién era Godot, de lo contrario no se lo hubiera callado. Pero lo que si que se es que me paso la vida esperando, durante la semana espero el sábado, el sábado espero la noche, en la noche espero un ron con limón…Este ejemplo es banal, pero si que es cierto que espero, sin saber muy bien a qué.
Ahora mismo espero tanto a largo como a corto plazo. Una espera como esta creo que es específicamente humana, y se necesita armarse de paciencia hasta niveles insospechados para que no te den ganas de gritar a cada segundo.
Espero a que el destino me alcance, a que no sepa como responder a los acontecimientos, a que todo lo que tengo planeado se cumpla. Y aún así yo sé de buena tinta, que Godot no espera a nadie, que aparece cuando le viene en gana y desaparece pocos minutos después, que debo de estar agradecida si le place mirarme, que Godot es el destino inalcanzable, es la persecución del daimon, el mismo que tantas veces me he cansado de esperar, pero que sigo esperando como la tonta que soy.
No sé muy bien qué postura es la más adecuada para tan larga espera, y me empiezo a incomodar en mi asiento de mimbre, tampoco sé bien qué hacer en el momento en que me digan que Godot no va a venir y que tengo que esperar a mañana.
Espero a mi Godot particular, todos tenemos uno, ansío el fin de la espera, que nunca llega, y estoy completamente segura de que al final del camino, cuando vea la luz y esté a punto de alcanzarla, Godot habrá huído, o quizá habrá cambiado tanto que no pueda reconocerlo, o simplemente se habrá ido lejos de mi, tanto que tendré que esperar de nuevo a algún otro Godot.

Un comentario sobre “Esperando a Godot

  1. Alguna que otra vez, he entrado en tu blog, he leído una entrada y no he sabido muy bien qué comentar. Esta es una de esas veces en que no hay nada que comentar, porque todo está dicho.
    Efectivamente, no se quien es Godot, tampoco he visto la obra de Beckett, pero creo que es injusto que estas entradas, como dices, tengan pocos lectores. Aunque tal vez sea mejor así, el «Internet sumergido», como alguien comentó en mi blog hace ya un tiempo… Donde a veces se encuentran maravillas para reflexionar, leer y aprender mientras esperamos sin saber muy bien a qué.

Deja un comentario